A raíz del II Congreso Internacional de la Tuberculosis celebrado en San Sebastián, implantó la Fiesta de la Flor en la capital donostiarra. Asimismo, fue precursor en la creación de dispensarios y sanatorios antituberculosos, y el primero en celebrar -en 1929- Cursos de Verano aprovechando el tirón veraniego de la ciudad.